La retina es la capa sensible a la luz ubicada en la parte posterior del ojo y es esencial para una visión clara. Las enfermedades de la retina, como la retinopatía diabética, el desprendimiento de retina o la degeneración macular, pueden comprometer seriamente la visión si no se tratan a tiempo. La especialidad de retina médica y quirúrgica se enfoca en el diagnóstico, tratamiento con medicamentos y, en casos necesarios, en la cirugía avanzada para preservar o recuperar la visión.
La retina médica aborda condiciones como inflamaciones, infecciones o complicaciones vasculares mediante medicamentos, láser o inyecciones intravítreas. La retina quirúrgica, en cambio, trata problemas graves como desprendimientos de retina, agujeros maculares o hemorragias vítreas mediante procedimientos como vitrectomía o retinopexia. Gracias a la tecnología actual, estas intervenciones son cada vez más seguras y efectivas.
Pueden ser candidatos pacientes que presentan:
Además de los síntomas, el especialista evaluará la salud ocular completa, incluyendo córnea, cristalino y nervio óptico. También se consideran condiciones sistémicas como diabetes, hipertensión o enfermedades autoinmunes que pueden influir en la evolución de las patologías retinianas. Este análisis integral permite establecer un plan de tratamiento personalizado.
En la consulta inicial se realizan estudios especializados como la tomografía de coherencia óptica (OCT), angiografía fluoresceínica y examen de fondo de ojo. Estas pruebas permiten identificar con precisión la localización y extensión del daño retiniano. Durante la cita, el especialista explicará el diagnóstico, las opciones de tratamiento y resolverá todas tus dudas.
Dependiendo del tipo de procedimiento, la preparación puede variar. Para tratamientos médicos o inyecciones intravítreas, generalmente solo se requieren gotas anestésicas. Para cirugías, como vitrectomía, puede ser necesario un ayuno previo, suspensión de algunos medicamentos y acudir acompañado. El equipo oftalmológico dará todas las instrucciones personalizadas.
Tratamientos médicos: incluyen láser focal o panretiniano, así como inyecciones de fármacos antiangiogénicos directamente en el ojo para detener el daño vascular.
Cirugía de retina: se realiza mediante vitrectomía, en la que se remueve el gel vítreo para tratar hemorragias, desprendimientos o agujeros. También puede usarse gas o aceite de silicón para ayudar a que la retina cicatrice correctamente.
Estos procedimientos se realizan con anestesia local o general según la complejidad.
Entre los principales beneficios destacan:
La recuperación depende del procedimiento realizado. Tras una inyección intravítrea, la recuperación es rápida y el paciente puede retomar actividades en 24 horas. En cirugías como la vitrectomía, la recuperación puede tardar varias semanas, y en algunos casos es necesario mantener posiciones específicas de la cabeza para favorecer la adhesión de la retina. El seguimiento cercano es crucial en esta etapa.
Después del tratamiento, se indican gotas antibióticas y antiinflamatorias para prevenir infecciones y favorecer la cicatrización. Las citas de seguimiento permiten evaluar la estabilidad de la retina y realizar ajustes en el tratamiento si es necesario. En casos de enfermedades crónicas como la retinopatía diabética, puede ser necesario un control periódico a largo plazo.
No, se aplican anestésicos locales para mayor comodidad.
Depende del diagnóstico y la rapidez del tratamiento.
El riesgo de pérdida visual permanente es alto en enfermedades retinianas avanzadas.
Algunas condiciones requieren múltiples sesiones de láser o inyecciones.
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