La uveítis es una inflamación de la úvea, la capa media del ojo que incluye el iris, cuerpo ciliar y coroides. Esta condición puede dañar estructuras internas y provocar pérdida de visión si no se trata a tiempo. Además de la uveítis, existen otras enfermedades inflamatorias oculares que afectan la conjuntiva, la córnea o la retina. Estas patologías suelen estar relacionadas con infecciones, traumatismos o enfermedades autoinmunes y requieren un diagnóstico especializado.
El tratamiento depende de la causa y la localización de la inflamación. Se utilizan medicamentos antiinflamatorios como corticoides en gotas, inyecciones perioculares o sistémicas, así como fármacos inmunosupresores en casos más graves. En ciertas situaciones, también se pueden realizar procedimientos con láser o cirugías para tratar complicaciones asociadas como cataratas, glaucoma o desprendimiento de retina.
Son candidatos todos los pacientes que presentan:
Además de los síntomas, el especialista tomará en cuenta la edad, el estado general de salud y la existencia de enfermedades como artritis reumatoide, lupus, espondilitis anquilosante o infecciones virales. Se realizan análisis de sangre, estudios de imagen y exámenes oftalmológicos completos para identificar la causa subyacente de la inflamación ocular.
En la consulta inicial, el especialista realiza un examen con lámpara de hendidura, fondo de ojo y, en algunos casos, pruebas de OCT o angiografía fluoresceínica. También puede solicitar estudios sistémicos para determinar si la inflamación está relacionada con una enfermedad autoinmune o infecciosa. El objetivo de la consulta es dar un diagnóstico preciso y definir un plan de tratamiento inmediato para controlar la inflamación y prevenir daños permanentes.
En la mayoría de los casos, no se requiere una preparación especial, pero sí es importante informar al médico sobre todos los medicamentos que el paciente toma y los antecedentes médicos relevantes. Cuando se planifican tratamientos invasivos o cirugías, se pueden recomendar análisis de laboratorio previos y ajustes en la medicación sistémica.
Dependiendo de la severidad:
Entre los principales beneficios destacan:
La recuperación depende de la causa y gravedad de la inflamación. En casos leves, la mejoría puede observarse en pocos días. En situaciones crónicas, el tratamiento puede prolongarse durante meses o requerir terapia de mantenimiento. El cumplimiento estricto del plan médico es fundamental para evitar recaídas o complicaciones a largo plazo.
La uveítis requiere un control cercano, con revisiones periódicas para ajustar la medicación y vigilar posibles efectos secundarios de los fármacos. El oftalmólogo indicará visitas semanales o mensuales según la evolución del paciente. La detección temprana de recurrencias es clave para mantener la visión estable.
Generalmente no, salvo cuando está relacionada con infecciones específicas.
Puede controlarse, aunque algunos casos son crónicos y requieren seguimiento.
Sí, si no se trata puede causar ceguera irreversible.
Sí, a menudo se asocia a enfermedades autoinmunes o infecciones.
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